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Nos conocen, y mucho
Hace algo más de 14 años, nació Facebook, la red social por excelencia, usada por cerca de 2000 millones de usuarios a nivel mundial. La celebérrima red social, aunque en su conceptualización inicial no lo pretendía, acabó por establecer el perfecto caldo de cultivo para la nueva forma de hacer publicidad. De aquello inicios no tan lejanos, el gigante americano ha llegado hasta su estadio actual, en el que factura cerca de 40mil millones de dólares.
Su modelo publicitario ha apostado por un estudio de cada individuo, estableciendo una segmentación mucho más afinada de la que se podía ver en el pasado. Al contrario de lo que la gente piensa, dicho proceso para “conocerte”, va mucho más allá de la gestión de tus reacciones en la red (“me gustas”, “me encanta”, compartir contenido…), sino que el propio sistema, estudia tu comportamiento en la plataforma de una manera mucho más sibilina, viendo el scroll y movimientos de la pantalla, observando en que contenidos te paras más, en cuales menos, cuales amplías, o cuales pasas de largo sin prestar mucha atención.
Con la llegada del iPhone X, a la gran cantidad de inputs que el sistema utiliza para colocarte dentro de un target u otro, se le suma la detección facial, que, pasando por encima la básica función de desbloqueo del terminal, esconde grandes aplicaciones para otras muchas empresas. Sin ir más lejos, siguiendo con el tema Facebook, permitirá a la red estudiar las reacciones y expresiones que cada usuario tiene al ver qué tipo de contenidos, ofreciéndote aquellos con los que te sientas más confortable.
La compañía de Zuckerberg, consciente de los inmensos cambios que el sector tecnológico sufre, se ha blindado bien para el futuro, comprando por cantidades millonarias compañías como WhatsApp, la aplicación de mensajería instantánea más utilizada a nivel mundial (con 800 millones de usuarios activos, de un total de 1200 millones de usuarios totales). Monetizar una actividad por la que el usuario tiene disposición de pago de 0, pasa por basar tu negocio, de nuevo, en el tratamiento de datos con fines publicitarios. Así pues, el gigante de mensajería instantánea, es capaz de leer conversaciones que tienes con tus amigos, familiares, pareja… para que, en los momentos más adecuados, puedan ofrecerte publicidad perfectamente adaptada a tus intereses y necesidades. Así, (a modo de ejemplo), en esa conversación que tuviste con tu mejor amigo sobre tu reciente ruptura sentimental, verás en internet, de forma repentina, publicidad de páginas de citas y de búsqueda de pareja.
Hace también muy poco, han llegado al terreno de juego un nuevo y potente jugador, los homepods, estos gadgets, ubicados en hogares y oficinas, tienen la intención de realizar un papel de asistentes personales, que compran leche, billetes de tren, piden un Cabify, o te dan el tiempo, con tan sólo pedírselo. De nuevo, el verdadero negocio no está en la función de los propios aparatos, sino en la utilización de los datos recogidos y posteriormente analizados. Así, mediante la escucha de tus conversaciones, pueden parametrizar tu publicidad, econtrando así, anuncios siempre de tu interés. Veamos un ejemplo encadenado: el aspirador de tu casa está hecho un desastre, aspira fatal, y te quejas, porque la limpieza deja mucho que desear, se lo comentas a tu pareja y a tus hijos (y al homepod indirectamente), y al día siguiente, aparece un anuncio de un aspirador perfecto en Amazon, el cual, adquieres sin dudarlo. El aspirador, que funciona solo, toma las medidas de tu casa, y ve que hay un hueco en el salón de unas determinadas dimensiones. Unos días más tarde, encuentras un mueble precioso en Amazon, que, además, cabe perfecto en el hueco del salón, y si, también te lo compras.
Bajo estas nuevas técnicas, resulta paradójico que los medios mejor pagados, sean los de distribución masiva, como las televisiones, cuya segmentación ha quedado relegada a un más que merecido segundo puesto.
¿Seguirá la publicidad creando tendencias, o serán las tendencias las que creen publicidad?
