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Música Maestro!

Música Maestro!

Walkman, iPod, Spotify.

iPod Nos colocamos nuestros auriculares Bluetooth, subimos el volumen desde nuestro smartwatch, le damos al play, y disfrutamos de nuestra música, pero, ¿cómo ha cambiado la tecnología la forma en la que la consumimos?

El mercado musical, al igual que la mayoría de los sectores, presenta y ha presentado, un constante cambio a lo largo de toda su historia. Si comenzamos nuestro análisis en los años 80 del siglo pasado, vemos la aparición de la “música portátil”. Estoy hablando, por su puesto, del Walkman, celebérrimo ochentero engendrado por Sony, en una brillante apuesta por la portabilidad de la música. Aunque para la época, suponía un salto bastante grande respecto a otras soluciones, el hecho de no haber estado inmerso en un constante cambio, le costó ese puesto tan dulce en el mercado, y se vio sepultado, por la llegada del iPod, en 2001.

El iPod, y su compañero inseparable, iTunes, supusieron una verdadera revolución, no solamente por su gran capacidad de almacenamiento de canciones, sino por la introducción de un nuevo concepto, comprar canciones de manera individual (1 dólar=una canción), aspecto que permitía a los distintos usuarios, hacerse con los mejores temas de los artistas, sin necesidad de adquirir el disco completo. Todo este magnífico planteamiento, se combinó con una impecable campaña de marketing, todavía recordada (siluetas bailando con cascos de iPod), dando como resultado un arrastre increíble de mercado, apartando de forma considerable a sus competidores directos.

Sin embargo, a pesar de estos nuevos planteamientos, males como la piratería, seguían mermando un mercado, cuyas cifras de negocio, debían ser mucho más lucrativas que las que se arrojaban.

Por otra parte, al igual que ha ocurrido en otros muchos sectores, la mentalidad del usufructo, ha ido desplazando gradualmente a la mentalidad de la posesión, y aunque ahora parezca demasiado obvio, la música es algo que se quiere disfrutar, y no aporta mucho “poseerla”. Por este cambio de maneras de pensar y actuar en los consumidores, nace y posteriormente triunfa Spotify, plataforma musical, que replantea el modo en el que consumimos y disfrutamos canciones.

discos Así pues, con un planteamiento de negocio muy acertado, empezó a contar por millones, los melómanos que reunía entre sus filas, hasta llegar a sus 140 millones de usuarios de los que goza en la actualidad.

Para la consecución de tal cifra de usuarios, optó desde sus inicios, por un modelo freemium, que, mediante atractivas promociones, ha ido ampliando su tasa de conversión de clientes Free, a clientes de pago. De forma accesoria, ha ido fomentando el uso de grupos/familia, estrategia que vemos en otras plataformas de streaming, como Netflix. Sin embargo, a pesar de esta extensa lista de usuarios, el coste de los derechos musicales, que la plataforma sueca debe pagar a los artistas, provoca resultados negativos en sus cuentas de explotación, hecho que intenta revertir aumentando esa tasa de conversión de usuarios.

Mientras tanto, con este nuevo escenario, la piratería, aunque lejos de erradicarse, ha recibido un gran golpe, dando de nuevo el ejemplo, de que las políticas activas, ante los los males endémicos, dan mejores resultados, que las prohibiciones y castigos.

Transcurridos los años, y a pesar de los ataques al primero del mercado, Spotify, sigue a la cabeza, y cuenta con un activo muy valioso para la retención de sus usuarios, los datos de estos, refiriéndome a estos como las playlist que ellos mismos construyeron a lo largo de los años, y que ahora, suponen una gran atadura para el que quiera migrar de plataforma (un daño colateral de la mentalidad del usufructo).

Sin duda, otro punto de confrontación entre plataformas competidoras, es la capacidad que tengan, mediante inteligencia artificial, de recomendarte nueva música, entendiendo y relacionando los estilos y ritmos que escuchas, y buscando, en cada caso, música similar.

Quizá alguien de otro giro a esta industria tan movida (quizá introduciendo planteamientos de realidad virtual). Eso sí, seguiremos bailando al ritmo de la música, maestro.

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