La industria del sol y playa
La nueva industria del sol y playa
##Democratizada, sin intermediarios.
La nueva industria del sol y playa: Democratizada y sin intermediarios
Es oficial, el verano ya está aquí, después de semanas interminables de lluvias, junio ha dado ha dado el pistoletazo de salida a la época estival.
Por las características endógenas de nuestro país, en muchas zonas de nuestro territorio, disponemos de una economía boyante, en cuanto a términos turísticos se refiere. Hemos explotado la industria del sol y playa, alrededor de nuestros 6000 kms de costa, transformando verdaderos poblados de pescadores, en gigantescas ciudades, con cientos de miles de habitantes durante las épocas de verano. Y es que, aunque se nos llene la boca abogando por el i+d, y la economía de la innovación, nos gusta seguir creciendo a base de ladrillo y costa.
Como en todos los sectores productivos, la tecnología ha cambiado la forma de entenderlo, tanto para los “consumidores” de vacaciones, como para los oferentes de las mismas.
La democratización de internet, ha permitido que las herramientas de búsqueda y comparación de precios y características, a las que antes solamente los profesionales accedían, se hayan extendido al público en general. Este hecho, lejos de ser baladí, ha propiciado una congregación importante de usuarios en plataformas comparativas (como Booking), que optan por auto-gestionarse las vacaciones, y cuya disposición a pagar por dicha gestión, ha caído significativamente. Por tanto, como en otros muchos casos, vemos de nuevo, una eliminación de intermediarios en el proceso de gestión y adquisición de apartamentos, hoteles, experiencias…
Ante esta comparativa imperiosa de precios, los revenue manager de los hoteles, han pasado a jugar un papel fundamental, ya que los algoritmos que determinan los precios en función de ofertas y demandas, han pasado a ser cada vez más complejos.
Esta tecnología, es la que nos ha llevado a encontrarnos con grandes paradojas, y es que, al contrario que hace unos cuantos años, la empresa más poderosa a nivel mundial, en cuanto a alquiler de viviendas turísticas, es una que no tiene ni una propiedad, que actúa con grandes cantidades de usuarios, y realiza la conexión entre inquilinos y propietarios. Hablo, por su puesto, de Airbnb, que cuenta con millones de apartamentos turísticos alrededor de los cinco continentes. Si nos movemos a alquileres de media estancia, vemos a empresas como la española Spotahome, que se propulsa meteóricamente, gracias a una inyección de capital (fase B) de 40 M de dólares.
Está claro, que la oferta se ha multiplicado, y con ella, una guerra legal se ha desatado, donde los distintos lobbys presionan por una regulación de la misma, que proteja a los negocios tradicionales, y expulse a todo ese “exceso”, que provoca distintos males en las ciudades. En este escenario, empezamos a escuchar con frecuencia términos como “gentrificación” (palabra proveniente del término anglosajón: gentry: alta burguesía), que hace alusión a la llegada de inversión a los barrios tradicionales y deteriorados, desembocando en una híper inflación de los alquileres de los apartamentos, que acaba desplazando a los primeros moradores del lugar, hacía otros barrios periféricos, donde por el motivo que sea, no se lleva tanto el “postureo”. Un ejemplo muy claro de gentrificación, lo vemos en ciudades como Oporto, donde un parque inmobiliario deteriorado, pasa a transformarse en uno nuevo e impoluto, que pasa a albergar decenas de miles de turistas anualmente.
Quien sabe, quizá nuevas legislaciones frenen este devenir del mercado, o quizá se continúe con esta tendencia, eso sí, por seguro damos que esos 6000 kms de costa, estarán repletos de turistas.